El Pentágono derribará el satélite espía que está fuera de control y que caería sobre la Tierra


Cargado con un combustible "altamente tóxico", sus fragmentos pueden sobrevivir el intenso calor del reigreso en la atmósfera terrestre Un misil intentará desviarlo al mar
Estados Unidos ha explicado hoy en la Conferencia de Desarme de la ONU que intentará derribar su satélite espía que está fuera de control y se dirige a la Tierra como una "respuesta de emergencia para prevenir la posible pérdida de vidas", debido a su carga de combustible altamente tóxico.
Ayer, el subjefe del Estado Mayor Conjunto, el general James Cartwright, también anunció en una conferencia de prensa esta decisión, una orden que, según dijo, había sido dictada por el propio presidente estadounidense, George W. Bush.
A finales de enero, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, quitó importancia al asunto asegurando que lo más probable era que el satélite se desintegrase al reingresar en la atmósfera terrestre y que, si algunos de los trozos lograsen sobrevivir al intenso calor, la mayor parte se precipitaría en los océanos.


Combustible "altamente tóxico"
El argumento esgrimido ahora por la representante del Gobierno de Estados Unidos ante el foro de la ONU es exactamente el contrario, ya que ha reconocido que el tanque del satélite está lleno de combustible para cohetes "altamente tóxico" y que probablemente resistiría a la entrada natural del aparato en la atmósfera terrestre.
La embajadora Christina Rocca ha explicado que, si la misión tiene éxito, se destruirá el tanque de combustible y éste se disipará, "de modo que no represente un peligro para la vida humana".
El Departamento de Defensa estadounidense tiene previsto derribar el satélite mediante un misil táctico lanzado desde un barco de la Marina estadounidense antes de que entre en la atmósfera terrestre y desviarlo así sobre aguas marítimas. Y para ello, según Rocca, Estados Unidos ha modificado tres misiles SM-3 y tres navíos.
El momento y lugar serán escogidos para "maximizar la posibilidad de impactar en el tanque de combustible y asegurar que los trozos resultantes entren rápidamente [en la atmósfera] y no pongan en peligro otros satélites ni operaciones espaciales pacíficas", ha explicado la embajadora estadounidense.
Según los cálculos de los expertos, el satélite espía ingresará en la atmósfera de la Tierra el próximo 6 de marzo o muy cerca de esa fecha, aunque no han logrado predecir el área de impacto.
La embajadora ha adelantado que, en caso de que la operación fracase, Estados Unidos evalúa otras opciones para controlar y mitigar los eventuales daños, principalmente "en el caso de que el tanque lleno de combustible caiga en una zona habitada".
En cualquier caso, ha recalcado, su país está "preparado para ofrecer asistencia a los gobiernos y mitigar las consecuencias del impacto de cualquier fragmento del satélite en sus territorios". Además, ha añadido que si hubiese trozos que pudiesen recuperarse y cayeran en algún país extranjero, "Estados Unidos desearía recuperarlos".
Un satélite que nunca funcionó
Desde hace 50 años han reingresado en la atmósfera terrestre alrededor de 17.000 objetos creados por el hombre y ninguno de ellos ha causado algún problema grave, según las autoridades estadounidenses. Ocasionalmente, han logrado atravesar la atmósfera los restos de naves mucho más grandes, como el tanque de combustible de un cohete Delta II de 255 kilogramos, que cayó en 1997 en una granja de Texas.
El satélite tiene el tamaño de un autobús pequeño y fue lanzado en diciembre de 2006. Pero perdió fuerza poco después de su salida y se descontroló. A mediados del mes pasado, las autoridades estadounidenses avisaron de que el satélite podría caer a tierra a finales de febrero o comienzos de marzo.
Los satélites espía se maniobran en el espacio a órbitas bajas para cumplir con las necesidades de la vigilancia militar y precisan de un combustible altamente tóxico, como el hydrazine, de acuerdo con los expertos.