65 horas semanales ¡¡¡NI DE COÑA!!!

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Se ha aprobado la Directiva del tiempo del trabajo que amplía la posibilidad de realizar jornadas laborales semanales hasta 60 horas en la mayoría de casos y a 65 horas en el caso de médicos y personal que realice guardias. Esta directiva que liquida definitivamente la vieja lucha de inicios del siglo pasado de jornadas de 8 horas, abre las puertas a una mayor precarización del trabajo en la UE.

Forma parte de la ofensiva liberal que intenta a socabar las relaciones laborales europeas y dirigirlas a la relación individual, sin el paraguas de derechos sociales y colectivos, entre el empresario y el trabajador, donde el poder de negociación del trabajador se vé más limitado y debilitado.

El argumento que las 35 horas en Francia fué un desastre no justifica hacer jornadas semanales de casi el doble. Sería como justificar que si hemos pagado por un coche 2 millones y nos ha salido peor que uno de 2,5 millones a partir de entonces cada vez que renovemos el vehículo tengamos que invertir 5 millones (para ir sobrados).

Es cierto que las legislaciones han de adaptarse a la nueva realidad laboral. El trabajador fijo industrial ya no forma parte desde hace muchos años, el núcleo más importante de trabajadores en Europa. Ahora bien, la legislación ha de intentar amplificar los derechos laborales y sociales de este tipo de trabajador al resto, no precarizar todo el empleo. Que exista el trabajo temporal, autoocupación y trabajo a tiempo parcial es una opción que permite generar empleo y opciones de trabajo que no existirían si prohibiéramos los contratos si no son indefinidos; ahora bien, la solución no es que el poder de negociación de los trabajadores se debilite en todos los tipos de trabajo, o el liquidar derechos laborales conquistados en siglos de lucha.

Un horario más alto no significa mayor producción. Los países de la UE que tienen jornadas reales menores normalmente tienen una mayor productividad por hora (tal y como vemos en la siguiente tabla) que a largo plazo da una mayor productividad total. ¿Que sentido tiene esta medida?, pues el fomento de la explotación laboral en los trabajos de menor valor añadido y uso intensivo de mano de obra. En especial aquellos menos valorados de los trabajos del sector servicios: jornadas maratonianas en la hostelería, en el comercio, en el telemárketing y en empresas de todo tipo. Es indiferente que esta medida pueda destruir el 30% del empleo en muchos sectores… la medida no se ha hecho pensando en el pleno empleo (igual que la política del BCE tampoco piensa en ello y prioriza el control de la inflación y por tanto los tipos de interés altos), sinó la reducción de costes laborales totales. Aunque el trabajador sea más improductivo, gran parte de ese trabajo es de poco valor añadido, la producción por hora es muy baja y poco significativa que se reduzca la producción, es mucho mejor poder cubrir el puesto durante más horas y ahorrarse los costes (no sólo económicos) de contratación de un tercer empleado.

Bajo el paraguas de la flexibilidad laboral y la libertad se propone una desregulación brutal de los horarios laborales. Flexibilidad se defiende para poder mejorar los horarios laborales para que empresario y trabajador se beneficien, el primero porqué obtenga una organización del trabajo más racional y menos encorsetada, el segundo para poder organizar mejor su jornada y poder conciliar su vida personal y laboral. No para poner todos los beneficios sólo en un lado de la balanza. Y no nos engañemos el modelo que mejor describe el mercado laboral (y más uno donde habrá más paro como el de los próximos años) es el del empleador monopsonista, donde el empleado tenga en general la alternativa de o aceptar trabajar 50 horas o 60 horas o ir a un paro sin una perspectiva de un empleo mejor. Esta medida debilita tanto al trabajador que le deja aún más en manos de empresario. Tal vez países con una fuerte negociación colectiva aguanten un poco más. Dudo mucho que los suecos tengan problemas en este sentido, con una sindicación de casi el 90% de los trabajadores el problema es pequeño, o tal vez España con una ultraactividad de convenios que llega a condicionar las relaciones laborales incluso de los autónomos dependientes. Ahora bien, esto abre una espita, allí donde aparezca una muestra de debilidad sindical o emerja un sector nuevo donde por definición no exista activismo sindical previo, estas medidas se aplicarán sin problemas.

Buscan la individualización de la negociación laboral, debilitar la capacidad del trabajador que con una base legal que le proteja tener ciertas garantías mínimas a la hora de buscar un trabajo y negociar con el empleador. Obvian que la negociación colectiva y la homogeneización de unos derechos laborales evitan el dumping social entre sectores, la competitividad basada en la precarización del empleo y por tanto disminuyen los incentivos para mejorar la productividad y encontrar actividades de mayor valor añadido. No entro a hablar de los daños para la salud de los trabajadores que en jornadas más maratonianas se verán en un aumento de enfermedades psicosociales, estress, etc..

Porqué la UE era el proyecto de los que queríamos una Europa Social, además de un mercado y un entorno económico más fuerte. El capital se beneficia de un mercado más amplio, de una mayor cooperación y una obertura de fronteras, y los trabajadores también grácias sobretodo a una extensión de derechos laborales y sociales. El problema a la hora de ampliarse es que el suculento pastel de un mercado que se extienda hacia el este lo ha hecho con países cuyos derechos sociales y los intereses de sus gobiernos no son homologables a los nuestros, por muy precarios que puedan parecernos los derechos sociales de los países mediterráneos en referencia a los nórdicos. Si el Reino Unido ya añadía disensión en derechos laborales y sociales, el avance del neoliberalismo en media europa ha creado el entorno adecuado como para que se aprovara la Directiva del Tiempo de Trabajo. El problema radica pués, en que Europa la UE actual representa más los intereses de los lobbyes y el poder económico que de los ciudadanos. Esta no es la Europa que los europeistas reivindicamos. Espero que la Confederación Europea de Sindicatos ponga el grito en el cielo, yo como mínimo me sumo a la campaña que promueve César Calderón para protestar en contra de esta directiva.




Fuente: Observatori de ciberpolitica