Compartir el alquiler

Cuando no llega el sueldo para vivir solo en un piso, se puede compartir el alquiler. Como todo, tiene ventajas e inconvenientes, pero aclarando los temas económicos y fijando ciertas normas de convivencia, se convierte en una experiencia interesante.


Es habitual compartir el alquiler si eres estudiante o no puedes afrontar con tus ingresos el pago de una vivienda en solitario. Lo más importante es que los que vivís bajo el mismo techo, acordéis algunas normas de convivencia al gusto de todos, que establezcáis derechos y deberes a partir del diálogo, y que aclaréis cuáles son los gastos comunes.


Si al visitar un piso para compartir el alquiler no te convencen las reglas impuestas por sus inquilinos, es mejor que busques otra vivienda, pues el lugar que elijas se convertirá en tu hogar y debes sentirte cómodo en él. Las cuestiones económicas son el primer punto que habría que abordar.



Lo más habitual es que cada uno pague una parte proporcional del alquiler (a veces las partes son distintas en virtud del tamaño de la habitación), y luego contribuya a los gastos comunes para abonar las facturas de la luz, el agua, el gas y el teléfono.



Aclara bien lo del teléfono porque, aunque tengas móvil, si vas a hacer uso de Internet, debes participar del pago de esta factura. También es posible que tengas que destinar algún dinero a un fondo para la compra de artículos de limpieza, menaje y otros productos de uso compartido.


Normas de convivencia


Este capítulo es tan importante como el de los gastos. Es imprescindible que exista un equilibrio en esta parcela para que todo funcione bien en la casa, principalmente en las áreas comunes. Las más “conflictivas” son la cocina y el cuarto de baño. En la primera, conviene que dividáis la nevera, los armarios o la despensa en zonas de uso individual para que cada inquilino pueda guardar sus alimentos. En el baño, también tendréis que organizar el espacio disponible (baldas, repisas, estanterías…) para colocar vuestros productos de aseo.

El resto de las áreas comunes carece de importancia, pues la ropa, los complementos, los libros y otros artículos personales pueden estar en tu habitación. Debéis establecer los derechos y deberes tal y como acordéis vosotros, es decir, si cada persona limpia en la cocina lo que ensucia, si para las áreas comunes restantes se establece un calendario de limpieza, si se ponen lavadoras conjuntas o cada inquilino hace sus propias coladas. También debéis llegar a acuerdos con respecto a los horarios de uso del cuarto de baño por las mañanas, en el caso de que todos tengáis que acudir al trabajo o al centro de estudios en horas similares.



Que no se escape ningún detalle


Parece que las cuestiones fundamentales están bajo control, pero son otros aspectos los que pueden hacer que compartir el alquiler se convierta en una estupenda experiencia o en una auténtica pesadilla. Antes de lanzarte, valora si tus potenciales compañeros tienen hábitos que puedan complicarte la convivencia. Esto es personal y cada uno tiene su manera de entender el hogar. Hay que respetar las costumbres distintas a las propias, pero si hay cosas insalvables, será más inteligente desistir.


Aclara conceptos fundamentales, como si se admiten mascotas, si puedes celebrar fiestas, si hay o no fumadores, si es una casa en la que se reciben muchas visitas… Te damos algunas pistas, pero nadie mejor que tú para conocer tus incompatibilidades. Es primordial que las personas con las que vas a compartir el alquiler te transmitan buenas sensaciones y que tengáis aficiones o gustos parecidos. Y por último, cuidado con las manías. Vemos las de los demás con mucha facilidad y nunca somos conscientes de las propias.

Fuente: Repsolypf.com